Tanzania considera que la cobertura sanitaria universal es un objetivo para todos sus ciudadanos, pero, como muchos otros países, tiene dificultades para aplicarla. Inmediatamente después de su independencia en 1961, Tanzania instauró una política de asistencia sanitaria gratuita. A principios de la década de 1990, añadió el pago por parte del usuario de muchos servicios, aunque con ciertas exenciones para los pobres. Datos recientes sugieren que estas exenciones no son suficientes, y los gastos de bolsillo resultantes suponen una carga financiera considerable para los hogares.

Los gastos directos constituyen el 23% del gasto sanitario total del país, según el Banco Mundial, y suponen alrededor del 2% de los ingresos de la población, por término medio. Incluso cuando ciertas cosas se consideran gratuitas dentro del sistema gubernamental, como los anticonceptivos, a menudo hay gastos de bolsillo asociados a la consulta y, en algunos casos, a los procedimientos realizados.