En 1994, los países del mundo se reunieron en El Cairo para celebrar la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (CIPD) y elaboraron un amplio Programa de Acción para mejorar la salud sexual y reproductiva de las mujeres. Apenas seis años después, las naciones del mundo acordaron ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), y la salud reproductiva quedó excluida. Esta exclusión es emblemática de la prioridad cada vez menor que se concede a la salud reproductiva y constituye una necesaria llamada de atención. Ha llegado el momento de reflexionar sobre la escasa importancia de la salud reproductiva como cuestión de desarrollo y de poner en marcha iniciativas para que vuelva a figurar en la agenda.
Al igual que la salud reproductiva en general, la planificación familiar ha recibido cada vez menos atención como prioridad de desarrollo y se encuentra en desventaja en la competencia por los escasos recursos. La adopción de medidas para mejorar su competitividad redundaría también en importantes beneficios para la salud.